«Un poco de historia del Bonsái en Occidente, allá por el 1604, inmigrantes chinos en las islas Filipinas, colonia Española, cultivaban pequeños árboles del género ficus sobre piezas de coral del tamaño de la palma de la mano, la evidencia más antigua conocida escrita de la existencia de árboles enanos cultivados en maceta (enraizados sobre piedra y cultivados en una bandeja) en China/Macao data de 1637. Posteriores hallazgos, incluso de Japón, correspondientes al siglo XVIII también reflejan el cultivo de árboles enraizados sobre rocas. Decenas de viajeros incluyen alguna mención sobre árboles enanos en sus crónicas de viaje a Japón o China. Posteriormente muchas de las pruebas encontradas fueron seleccionadas y reproducidas en libros y en artículos de revistas de amplia distribución. También muchos de estos árboles enanos japoneses fueron mostrados al público occidental en la Exposición Universal de Filadelfia, en 1876, las de París en 1878 y 1889, la Expo de Chicago de 1893, la Feria Mundial de St. Louis en 1904, la Exposición de Japón-Gran Bretaña de 1910 y en la Exposición de San Francisco de 1915.
El primer libro escrito en una lengua europea (francés) dedicado enteramente a los árboles enanos japoneses se publicó en 1902 y el primero escrito en inglés se publicó en 1940, ‘Yoshimura y árboles en miniatura y paisajes de Halford’ se publicó en 1957. Este libro se conocería como la «Biblia del Bonsái en el oeste,» siendo Yuji Yoshimura el vínculo directo entre el arte del Bonsái japonés clásico y el incipiente enfoque occidental ayudando en la elegante y refinada adaptación para el mundo moderno. El californiano John Naka contribuyó enormemente en esta interacción y a la difusión del Bonsái gracias a sus clases presenciales y sus publicaciones, editadas primero en Norteamérica y posteriormente en el resto del mundo, en las que ponía énfasis en el empleo de árboles autóctonos. Fue en aquella época cuando en occidente comenzaba a conocerse la representación de paisajes de Japón llamados saikei y un resurgimiento de los paisajes de China llamados penjing. Las composiciones con más de un solo tipo de árbol fueron aceptadas y reconocidas como legítimas creaciones.
Con el paso de los años, se han desarrollado leves mejoras e innovaciones técnicas y estéticas, que principalmente han partido de los venerados y antiguos viveros de Bonsái en Japón, y que han ido llegando poco a poco a nuestros países gracias a profesores visitantes o con el retorno de entusiastas y aprendices. Al regresar de Japón, los nuevos maestros han contribuido a su inmediata difusión al emplear las nuevas técnicas frente a los aficionados en talleres programados previamente. Gracias a todo esto, la difusión de las nuevas técnicas japonesas ha sido mayor ayudando al desarrollo de esta forma de arte en evolución continua.
En la mayoría de los primeros libros escritos en lenguas europeas se describían más bien conocimientos básicos de horticultura y técnicas para mantener vivos los árboles. El desarrollo de la ciencia ha ayudado a entender los procesos y las necesidades para la vida de los árboles y otras plantas que aparecen en nuestras composiciones. Al mismo tiempo, el material publicado se ha centrado en explicaciones estéticas sobre estilo y formación. Se han ido formando grandes colecciones permanentes por todo el mundo, incluyendo España y numerosas exposiciones y convenciones para los aficionados y el público en general que se celebran anualmente.
La difusión del Bonsái también se ha llevado a cabo de manera colateral mediante otras formas de arte como la pintura o el cine. En este sentido, la proyección de películas, a su manera, estimularon a muchos jóvenes a dar sus primeros pasos en nuestro arte/hobby.
En 1992 se inició la difusión del Bonsái a través de internet con el grupo de noticias alt.Bonsái, el precursor del Club de Bonsái de Internet. El primer portal sobre Bonsái apareció menos de tres años más tarde.»